En solo unas pocas semanas, el Coronavirus se ha apoderado del mundo, poniendo fin a la vida tal como la conocemos.
Todos y cada uno de nosotros hemos sido afectados de una forma u otra.
Decenas de miles han muerto, cientos de miles han sido infectados, muchos perderán sus empleos y millones están actualmente encerrados.
La economía mundial podría tardar años o incluso décadas en recuperarse, y aquellos de nosotros que perdimos seres queridos en la pandemia tendremos que aprender a vivir sin ellos.
Estamos viviendo en tiempos sin precedentes. Y tiempos sin precedentes requieren una fortaleza sin precedentes.
Es hora de que nos mantengamos fuertes y unidos frente a la gran adversidad.
La buena noticia es que tenemos lo que se necesita.
La humanidad ha sobrevivido a crisis mucho peores que esta: hambrunas, plagas, guerras.
Podemos y ganaremos esta pelea también.
Así que respira hondo y recuerda que eres mucho más fuerte y valiente de lo que tu imaginas.
Es perfectamente normal sentirse asustado y confundido en este momento, pero intenta aprovechar al máximo la situación actual.
Encuentra alegría y gratitud en las innumerables bendiciones que aún tenemos en nuestras vidas: la belleza y la maravilla del amanecer cada mañana, el poder curativo de la música y la literatura, el misterio del cielo nocturno…
Ahora que tienes tanto tiempo libre, haz todas las cosas que siempre has querido hacer.
Empieza a hacer yoga.
Limpia tu armario.
Mejora tu inglés o aprende a cocinar.
Tienes que ser fuerte para ti y ser una fuente de fortaleza para los demás.
Anima a tu familia y amigos; apoya a los ancianos y a los más vulnerables en tu comunidad.
Dona tu tiempo o dinero por una causa noble. Recuerda, cada acto de bondad, por pequeño que sea, marca la diferencia.
Finalmente, a medida que pasamos por estos tiempos difíciles, no olvidemos el arduo trabajo y el sacrificio de los que están en primera línea:nuestros valientes médicos, enfermeras, científicos, farmacéuticos, conductores de ambulancias, trabajadores sociales y de emergencias, pero también los conductores de transporte público y de entrega, trabajadores de tiendas de alimentos y todos los demás que abandonan sus hogares y se presentan a trabajar todos los días para asegurarse de que el mundo no se detenga.
Debemos agradecerles a todos y mantenerlos en nuestros corazones y oraciones todos los días.
Necesitamos recordarnos siempre que esto también pasará, y, al final, todo volverá a la normalidad.
Nuestro objetivo debe ser, después de todo esto, hacernos más fuertes, más inteligentes, más amables y más compasivos, tanto individual como colectivamente.
Y, hasta entonces, todos podemos consolarnos con las palabras del gran poeta y filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson: Incluso en el barro y la escoria de las cosas, siempre hay algo, siempre hay melodía